Riego tecnificado: El rol clave de la agricultura para un futuro agua positivo.

Para el año 2050, se estima que la población mundial alcanzará los 9.000 millones de habitantes, 1.000 millones más de los que se registran hoy. Esto trae consigo una serie de transformaciones en distintos ámbitos, siendo uno de ellos la alimentación.

Notas Tecnicas y Opinion29/05/2024 Por Andrea Ramos, vicepresidenta de Adaptación Cli

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Para el año 2050, se estima que la población mundial alcanzará los 9.000 millones de habitantes, 1.000 millones más de los que se registran hoy. Esto trae consigo una serie de transformaciones en distintos ámbitos, siendo uno de ellos la alimentación. La ONU advierte que la producción de alimentos no será suficiente para satisfacer la demanda de tal cantidad de personas y que es necesario actuar cuanto antes para combatir la inseguridad alimentaria.

Este contexto significa un enorme desafío para los agricultores. La actividad agrícola nos provee de frutas, verduras, legumbres, cereales y otros productos esenciales para sobrevivir, y es también una de las principales consumidoras de agua dulce, con una cifra cercana al 70% a nivel mundial. Por lo tanto, se vuelve fundamental contar con estrategias para proteger al mismo tiempo la agricultura y el recurso hídrico, garantizando así el bienestar humano.

El caso de Chile es especialmente preocupante, ya que según un informe del World Resources Institute, es uno de los 25 países que a nivel global registra un alto nivel de estrés hídrico. Un 76% de la superficie del territorio se ve afectada por la sequía, desertificación o suelo degradado y la situación es tan compleja, que el estudio plantea que a futuro se puede generar una emergencia similar a la que viven hoy algunas zonas de África.

Por eso, debemos ser más estratégicos que nunca con las acciones que emprendamos a la hora de preservar las cuencas hídricas y aplicar de manera creciente prácticas que nos permitan ser precisos y eficientes en el uso del agua en la producción de alimentos, como lo es el riego tecnificado.

Sin embargo, el avance de la tecnificación es lento. Según el documento “Resultados y lecciones en programa de eficiencia hídrica para la pequeña agricultura de la Región Metropolitana”, del Ministerio de Agricultura y la Fundación para la Innovación Agraria, en la Región Metropolitana aún persiste una alta tasa de riego tradicional, cercana al 44%, lo que explica por factores como la falta de recursos, equipo humano o la imposibilidad de tratar con la logística asociada al riego tecnificado.

Lo cierto es que sin agua, no tenemos agricultura ni alimentos, se trata de un elemento vital para la humanidad, por lo que es urgente realizar acciones, tanto individuales como colectivas, que aporten en la búsqueda de la eficiencia del riego en la agricultura.

Existen varias formas de facilitar el camino hacia un futuro agua-positivo, por ejemplo, con el financiamiento de proyectos de tecnificación que aceleren la implementación de tecnologías para riego,  uniendo en una meta conjunta a organizaciones con objetivos de agua neutralidad, o que buscan ser agua positivas, con agricultores que opten por optimizar el agua en su producción y que además compartan la   misma cuenca. Sabemos que las empresas están cada vez más preocupadas por este aspecto considerando que el agua es un recurso fundamental para sus operaciones, por lo que la inversión en soluciones que apoyen la mejora en el uso del agua, significará menores riesgos operativos y la generación de alianzas colaborativas exitosas para ellas y las comunidades.

Abordar los desafíos que presenta la agricultura en el uso de agua para la producción de alimentos requiere la unión de diversas fuerzas y experiencias. Es responsabilidad de todos que los agricultores cuenten con las herramientas tecnológicas básicas y eficientes como el riego tecnificado. Y es igual de relevante que los actores que tienen la voluntad de cuidar cuencas como la del Río Maipo, se unan para trabajar en una transición a modelos de eficiencia hídrica accesibles.

El agua es un recurso fundamental para la alimentación, las actividades productivas del país, el fomento de sociedades equitativas y el cumplimiento de los objetivos climáticos mundiales, por lo que la meta es para todos la misma: cuidar el agua para prolongar la sostenibilidad de las operaciones y garantizar la seguridad hídrica para las comunidades. 

Por Andrea Ramos, vicepresidenta de Adaptación Climática de Kilimo

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