Sensores para el riego y drones para plagas : la revolución tecnológica del campo extremeño en España

En Extremadura, España, apuestan por aplicar la agricultura de precisión, ya que que permite optimizar los recursos para aumentar la productividad y rentabilidad

Internacionales20/07/2025Jose CasadoJose Casado

sr-drones

El aumento de los costos, los problemas hídricos y climáticos, las exigencias europeas, la escasez de mano de obra y la falta de relevo generacional pintan un panorama muy poco halagüeño para el sector agrícola. Ante este escenario, Extremadura apuesta por la implantación de la llamada agricultura de precisión o agricultura 4.0, una práctica innovadora que está revolucionando la forma en que los agricultores cultivan y gestionan sus tierras. Y es que esta permite multiplicar por ocho la productividad del campo frente a los métodos tradicionales, optimizando el uso de los recursos mediante la aplicación de técnicas y herramientas tecnológicas, con el fin de monitorear y gestionar los cultivos de forma más específica.

Este modelo de gestión se vale de tecnologías que incluyen sistemas inteligentes automatizados para riego y fertilización, sensores avanzados que miden la humedad del suelo, condiciones climáticas y nutrición de las plantas, así como de softwares especializados que proporcionan datos en tiempo real para la toma de decisiones agrícolas precisas. También es muy habitual el uso de drones, ya que estos pueden realizar inspecciones aéreas para monitorear el estado de los cultivos y detectar rápidamente áreas que presenten problemas como plagas, enfermedades o deficiencias de nutrientes.

Otras tecnologías utilizadas son los Sistemas de Información Geográfica (SIG), que permiten a los agricultores crear mapas detallados de sus campos y cultivos. A su vez están los robots agrícolas, que pueden realizar tareas como la siembra, el riego y la cosecha de forma autónoma. Cabe destacar que hace más de dos décadas ya se empezaba a hablar de la agricultura de precisión en la región. Los autores Francisco Javier Rebollo, Manuel Cruz y Juan Ramón Morillo, en un artículo publicado en 2003 en la revista Vida Rural, señalaban que esta práctica agraria en Extremadura se limitaba al uso de aviones agrícolas que esparcían semilla, fertilizantes o productos fitosanitarios, con un apoyo terrestre en campo mediante GPS.

Aparte de los beneficios mencionados, este sistema de monitorización basado en el análisis de datos permite mejorar tanto la rentabilidad económica como la sostenibilidad del propio sector agrario, ya que se reduce el impacto ambiental. En esta línea, también puede aumentar la calidad y consistencia de los cultivos, al monitorear de cerca las condiciones del cultivo y tomar medidas preventivas contra enfermedades y plagas. En materia de empleo, ayuda a la generación de puestos de trabajo cualificados relacionados con la gestión y mantenimiento de las tecnologías más avanzadas, al tiempo que impulsa la creación de nuevas oportunidades de negocio vinculadas al suministro de equipos, soporte técnico y asesoría especializada.

Sensores inalámbricos
En la capital extremeña tiene su sede Agroconecta, una empresa dedicada a la instalación de redes de sensores inalámbricos que permiten la monitorización en tiempo real de diferentes parámetros que afectan a la producción agrícola. «Tener estos datos objetivos y precisos al alcance de la mano permite a los agricultores tomar decisiones que les ayudan a optimizar el uso de recursos, mejorar el rendimiento de los productos y reducir los impactos ambientales», explica su directora, Marisol Soriano. Gracias a esto, el profesional puede saber qué necesita exactamente el cultivo y en qué zona concreta de la superficie.

Estos sensores utilizan el llamado Internet de las cosas (Iot), que es el proceso que permite conectar los elementos físicos cotidianos a internet. Estos permiten obtener información de manera automática, periódica y continuada en el tiempo. Además, los sensores están conectados a internet, por lo que se puede ver la evolución de los datos desde el ordenador o el móvil. «Poder disponer de esa información, saber qué está pasando en tu finca, estando en casa o haciendo cualquier otra actividad, facilita mucho la tarea», apunta.

En concreto, estos dispositivos posibilitan el ajuste de las programaciones de riego y fertirrigación, en función de la evolución de la humedad o conductividad eléctrica del suelo; registrar las horas frío acumuladas de los cultivos y hacer estimaciones de producción de cada variedad por campaña; actuar frente a heladas; recibir alarmas por aparición de plagas, así como mantener las condiciones adecuadas en el interior de los invernaderos, viveros, semilleros y cámaras de germinación. «Se aplican en casi todos los cultivos de regadío, viñas, frutales, frutos secos y todo lo que sea de invernadero», explica.

La demanda
«Estamos notando un poco el aumento de la demanda, pero todavía queda mucho. Nosotros trabajamos tanto con empresas grandes que tienen diferentes fincas de producción como con pequeños agricultores, es decir, tanto si necesitan 3 o 4 sensores, como si son 30», asegura. Sostiene que adquirir esta herramienta no supone una gran inversión y a nivel económico «se puede afrontar perfectamente por un pequeño agricultor», además, no se necesita un técnico para su instalación. «También hay que tener en cuenta que hay ayudas para este tipo de inversiones, de tecnología y sostenibilidad», resalta.

La gerente añade que para la cantidad de agricultores, empresas y cooperativas que hay en Extremadura, estas tecnologías «no se están utilizando como se esperaba, porque parece que lo nuevo siempre cuesta». «Empezamos con el proyecto en 2016, cuando ya se hablaba mucho de la agricultura de precisión y del uso de sensores, y se pensaba que iba a ir más rápido de lo que está yendo la implantación. Estamos haciendo campañas informativas para dar a conocer la herramienta con casos de éxito, por ejemplo, el de un agricultor que puede ahorrar hasta un 50% de agua con esto», señala. «El sector se va a ir mentalizando de que tiene más ventajas que otra cosa y que no es un gasto, es una inversión», asegura.

Drones
En Nobodrone, empresa afincada en el municipio pacense de Valdefuentes, también están muy comprometidos con la sostenibilidad y la eficiencia. En el ámbito de la agricultura de precisión, el objetivo de esta entidad es ofrecer servicios de teledetección mediante drones y satélites, accesibles tanto para pequeños como grandes agricultores, de forma económica, sencilla y fácil de interpretar. A traves del uso de imágenes multiespectrales captadas por estos aparatos, que revelan detalles invisibles al ojo humano, se pueden calcular diversos índices vegetales que ofrecen información valiosa sobre la salud y el estado de los cultivos.

Este análisis permite identificar zonas con estrés hídrico, deficiencias nutricionales, plagas y enfermedades en etapas tempranas, proporcionando datos críticos para la toma de decisiones. Así, se puede intervenir de manera precisa en las áreas que realmente lo requieren, reduciendo el uso de insumos como agua, fertilizantes y pesticidas, y aplicándolos únicamente en las hectáreas afectadas. Su fundador, César Pérez, empezó con la empresa hace ocho años, principalmente funcionando con el uso de drones como una productora del sector audiovisual. Posteriormente, pasaron al ámbito más técnico e industrial, con la realización de levantamientos topográficos utilizando técnicas de fotogrametría para generar mapas en dos y tres dimensiones. Su especialidad ahora es la inspección térmica, principalmente en las plantas fotovoltaicas, con una cámara térmica a bordo del equipo, que «permite detectar anomalías mediante la aparición de un punto caliente en una placa».

«La idea es que puedan usar estas tecnologías desde cooperativas y multinacionales grandes hasta un pequeño agricultor, teniendo en cuenta que para el autoconsumo no tiene sentido», indica. En este sentido, explica que comprar una imagen satélite es más económica que llevar un piloto de dron al campo a echar la jornada, procesar la imagen y entregarla. Destaca que también están recibiendo muchas peticiones para proyectos que requieren de la topografía, que permite planificar y diseñar sistemas de riego; gestionar el suelo y nivelar terrenos, así como diseñar infraestructuras agrícolas o gestionar lindes.

«El tema de la agricultura de precisión ha explotado un montón, la gente se está metiendo a tope en el sector, sobre todo con el fitosanitario que es lo que le interesa al mundo y a los ganaderos», sostiene. «Están viendo que ya no es un servicio de lujo, entre comillas, que realmente puede tener utilidad real, que puede traducirse en un ahorro monetario. Un dron, a la hora de aplicar productos fitosanitarios es como una avioneta, todo se ha simplificado, porque ahora sí que es posible operar legalmente drones de hasta 50 kilos, pero a la hora de esparcir cosas que sean realmente útiles para un agricultor, quizá es más complicado», advierte. «Hay muchas empresas que se han creado este año y está el sector en auge», afirma.

Como parte del desarrollo de la agricultura de precisión, la Junta de Extremadura está invirtiendo 15 millones de euros en el Plan de Eficiencia Energética de Extremadura en las Comunidades de Regantes. El objetivo es reducir el consumo de energía y las emisiones contaminantes en el sector agrícola. Para lograrlo, se fomenta el uso de energías renovables y tecnologías de alta eficiencia energética. La iniciativa busca transformar el sector agrícola en un modelo sostenible, que minimice el impacto ambiental y aumente la eficiencia en el uso de los recursos.

Los desafíos
Aunque la agricultura de precisión ofrece muchos beneficios, también enfrenta desafíos como el coste de la inversión inicial en tecnología, la falta de conectividad en las zonas rurales, la capacitación del personal y la integración de datos. Si bien, con el avance de la tecnología y el aumento del acceso a herramientas digitales, se espera que esta práctica se vuelva más común y accesible para agricultores de todos los tamaños. Este modelo representa un paso clave hacia una agricultura más inteligente, eficiente y sostenible. Y es que, esta puede transformar la forma en que se cultivan alimentos, contribuyendo a la seguridad alimentaria y a la protección del medio ambiente. (SoloRiego)

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